
Con la guía del Padre de Clorivière, Adelaida hace ensayos de vida religiosa en diferentes conventos y sociedades de vida apostólica pero no encuentra lo que busca. El padre de Clorivière, abierto a los signos de los tiempos y en actitud permanente de discernimiento, la acompaña y la apoya en su formación religiosa, mientras siguen la búsqueda de los designios del Señor.
En 1789 estalla la revolución francesa y el 13 de febrero de 1790 la asamblea decretó la supresión de los votos religiosos, todas las personas que vivían en los conventos debían salir de ellos. Todas las comunidades fueron expulsadas de Francia, incluyendo la compañía de Jesús.
El padre de Clorivière a pesar de todas las amenazas y peligros seguía predicando el evangelio y defendiendo la iglesia. Entre tanto, Adelaida continuaba su búsqueda y su entrega apostólica al servicio de los pobres, a quienes amaba incondicionalmente.
En plena tormenta revolucionaria, el 19 de julio de 1790, fiesta de san Vicente de Paul, el Padre de Clorivière tuvo “una fuerte inspiración y oyó una clara voz interior que le decía: ¿y por qué no en Francia? ¿Y por qué no en todo el universo? y como en un golpe de vista se le presentó un esbozo o plan de vida religiosa que debía ser útil a la iglesia y hacer mucho bien a la sociedad”. (cfr. Ganuza, Juan M. S.J. Vida del siervo de Dios, Pedro José de Cloriviere)
Su primera inspiración, para atender a las necesidades apremiantes de la iglesia, fue la de una comunidad masculina: Los sacerdotes del Corazón de Jesús. Se trataría de “Una sociedad de hombres que no respirarían sino la gloria de Dios y la salvación del prójimo…Los religiosos de esta sociedad no tendrían bienes en común; y reunidos en Jesucristo, lo más estrechamente posible, no tendrían ninguna señal externa de su asociación, ni habito uniforme, ni casas , ni iglesias propias ni otras cosas parecidas. Y vivirían separadamente como lo hacían los primeros Cristianos”